En el Salmo 45, se predice al que había de venir: “Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; La gracia se derramó en tus labios; Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre” (Salmos 45:2). Así que no nos sorprende que después del discurso de Jesús en la sinagoga de Nazaret, “todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca” (Lucas 4:22; Isaías 42:2 compárese con Mateo 12:15–21). Esto se refiere no sólo al contenido
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